La tarde
tenía un tinte frío y cálido que se confundía en las sombras de los árboles que
a instantes se agitaban en altas ráfagas de viento, al punto de tentarme para
levantar mis manos y sentirla más cercas, pero en ese instante como si
percibieran mi deseo, las ráfagas me fueron envolviendo agitando mis trenzas a
los costados de mi rostro para luego juguetear con mis cabellos libres de color
zafiro alzándolos por encima de mi sien mientras mi ropa ondeaba desequilibrándome por un
instante. La sensación de sentir
ondear mi pelo me recordó estar nadando,
a pesar de ser tan diferente, el agua los dejaba llevar tanto por los giros de
mi cuerpo como las caprichosas corrientes internas que se mezclaban con el
viento de la superficie, mientras ahora parada sola junto al castillo era solo
un suspiro del cielo que me envolvía.
La esquina
del sendero entre dos edificio por fuera del bosque estaba completamente
desierta, poco a poco me iba familiarizando con los alrededores de este lugar
totalmente nuevo para mí, y entre más
solitarios, más atrayentes me parecían.
Poco a poco
me fui adormeciendo, vi un ave adentrarse al bosque demoniaco, sus plumas
azuladas dejaba cierta estela en el aire al perderse. Apoyé el peso de mi
cuerpo contra la pared y me deslicé para sentarme lo más cómodamente posible,
para tentarme a ir más allá, sabía conscientemente lo que estaba haciendo aún
así cada vez resultaba diferente, desconcertante y atrayente. Era como estar
hundiéndose en un líquido espeso que luego se revertía volviéndose algo etéreo y en vez de hundirte te expulsaba
hacia arriba, alzarse, hasta flotar tan ligeramente. Sabía que mi cuerpo
adormecido seguía en el mismo lugar, en el rincón acurrucado contra la pared,
mientras lo veía fuera de mí, flotando como una entidad casi fantasmagórica
conectada a él.
Lo miré un instante más y a los alrededor, todo
parecía estar tranquilo, luego giré la mirada al rumbo que quería emprender.
Floté hacia arriba y adelante hacia el Bosque Demoniaco.
La entrada a
él estaba prohibida, a excepción de pequeños senderos al borde de él, y allí
contemplé el por qué. Al principio los árboles eran pequeños, normales, pero
pronto tuve que esforzarme en ascender a un límite irrisorio para estar sobre
ellos, parecían haber dos copulas celestiales, una azul y otra verde intensa,
tan alta como las nubes chocando contra un cielo eclipsado. La bóveda verde
parecía no tener fin, temblaba de solo contemplarla, internarse en él era
adentrase en un mar donde perderse en sus profundidades era inminente.
El traspaso
de la bóveda arbórea era como hundirse
en nubes de tormentas, la brillante luz del sol era ocultada en una oscuridad
que poco a poco tuve que adaptarme para seguir observando mientras seguía
bajando, me había dejado caer a ese bosque, después de todo solo me había
internado un par de kilómetros y estaba unida a mi cuerpo que reposaba en la
orilla, sabía que podría regresar perfectamente así.
Por un
instante imaginé que criatura formidable podría llegar a observar, o aún quizás
si esta lograría percibirme, quizás debía tener cuidado, pero me era difícil
retener ese consejo dada la emoción. Fue
entonces que llegué a unos metros antes de tocar el suelo como si realmente
estuviera allí, cuando percibí un par de presencias un poco más grandes que
yo. Eran dos humanos.
Mi decepción
era grande, percibía varios seres pequeños revoloteando, pero me había centrado
en llegar a la presencia grande más cercana, debía suponer que podía haber
seres autorizados merodeando tan cerca de los límites. Quizás si me adentraba algo más, pero tuve curiosidad
de por qué estaban allí.
-
¿Estás
seguro que tu brújula nos llevará pronto a la salida? – Hablaba un hombre algo
fornido, pelo negro y corto con una finísima línea rapada desde el centro de la
sien.
-
No deberías
dudar, nunca ha fallado, en un par de kilómetros estaremos afuera a paso recto-
Hablaba un hombre pelo cano y ropas de cuero castañas, tenían cinturones con
armas, se notaban los mangos sobresalientes chocando contra su cuerpo.
-
Pero eran
unas polutas oscuras que brotaban de ellos lo que me llamó la atención, aún de
ciertas cicatrices chocaban y les seguían o provenían de ellos. En ese momento, me di cuenta que no solo era
a mí a quien llamaba la atención, se iban aglomerando poco a poco varios
espíritus, ahora me daba cuenta, los veía vagando siempre así que los percibía
tan naturales como el paso del mismo viento entre los árboles, pero algo
anormal pasaba porque de su estado pasivo casi de letargo se inclinaban de
apoco, moviendo sus rostros, de claros y traslucidos se oscurecían y
trastornaban movimientos, y cada vez llegaban más.
Empecé a
retroceder algo desconcertada, los atravesaba, veía visiones zigzagueantes
atormentada, calmarme, asimilar que estaba lejos de allí, volver, volver,
volver, ¡Volver!...
Oscuridad,
vacío, trastorno, esencia desbocada… lo que sea me tendía a afectar, quería
irme tanto de allí como otra fuerza me atraía fuera de mi control como a los
espíritus. Me concentré en retroceder, pero fue en ese instante cuando una voz
detrás de mí me susurro algo en una extraña e lengua, me giré y vi unos ojos
brillantes bajo una capa tan oscura y desproporcionada.
Me intenté
alejar de aquello torpemente, mi propio espíritu zigzagueaba como si fuera un
cuerpo real moviéndose a trompicones. Volví la vista al escuchar unos gritos,
también escuchaba unos gruñidos muy cerca de los mismos gritos. Quería huir,
pero algo que atraía los espíritus también me impulsaba y se dirigía en la misma
dirección de los sonidos, pasos, ramas quebradas, el peso de cuerpos
moviéndose, luego atascado, forcejeando, chillando. Entonces los vi, los hombres estaban
atascados en una inmensa tela de araña, una criatura los acorralaba y les
gruñía, pero pronto algo pareció espantarla y se escabulló por entre unos
arbustos, por al otro extremo de allí se acercó el mismo ser con capucha que me
había hablado en un idioma extraño a mis espaldas.
Con todas
mis fuerzas me resistía a avanzar más, donde muchos fantasmas estaban
amontonados moviéndose extrañamente casi en su mismo lugar y avanzando a
palpitaciones. Entonces la criatura camino hacía ellos, y por primera vez me
fijé en su extraña manera de caminar, las muchas patas, ocho supuse, le daban
ese extraño compas. La criatura que avanzaba hasta los dos hombres atrapados en
la tela de araña, volteo un instante al percatarse de mi presencia y
rápidamente cambio de rumbo y se dirigió hacia mí, al estar justo frente se
inclinaba a ratos violentos, como molesta, como si fuera capaz de empujarme y
así era, poco a poco estaba mi espíritu retrocediendo, a un punto tan lejos que
ya no se veían fantasmas trastornados avanzar y de un momento a otro, sentí que
algo me soltaba y era empujada velozmente contra mi cuerpo.
Desperté
bruscamente mientras alguien me agitaba entre sus brazos, era Meiko que me
miraba con preocupación y no su usual sonrisa jovial e infantil, tenía algo tan
diferente por un instante. Pero mi cuerpo temblaba, nauseas por la rápida
vuelta, desconcierto, creo que Meiko lo percibió y se volcó en un abrazó
tratando de tranquilizarme.
-Temblabas…
te movías extraño. ¿Estabas teniendo una pesadilla?… - Sus palabras brotaban una tras otras tratando
de consolarme. Pero su cálido y delgado cuerpo
no debía calmarme, no estaba teniendo una pesadilla, eso era real y
estaba muy cerca de allí, si quisiera llegar hasta nosotras pronto llegaría.
Moví mis piernas, agradecía su abrazo, pero debía encontrar ayuda, contarle a
alguien para hacer algo.
- ¿Quién de
rango superior está más cerca?, ¿Quiénes están cerca de aquí?, este lugar es
peligroso, debemos movernos… ¡Ya! – Ella me miraba, forcejeaba para pararme
mientras hablaba, pero no parecía procesar lo que estaba diciendo, como si
estuviese delirando o algo así. Pero si no nos movíamos, si caía en una tela de araña. Entonces la vi,
en el ángulo del brillo del sol a esta hora las hacia resplandecer. El bosque
estaba lleno de finas telas de arañas que se conectaban entre si y se perdían
en lo profundo del bosque.
Me paré
decidida, - ¿Quién está más cerca?, Debemos irnos de aquí –
-
La casona de
músicos es la más cercana, Erick de nivel tres está allí, es el de grado más
alto que está cerca. Pero ahora deben
estar en pleno concierto.
-
Si estaban
en pleno concierto dudaba que pudiera servirme de ayuda, dudé. Pero no, si eran
los que estaban más cercas, con mayor razón debía ir hacia allá, debía
advertirles, de alguna manera debía lograr que me escucharan. A pesar de su
antipatía, alguna vez me había dirigido la palabra, aunque estaba aún lo del
raro incidente con su música que escuché sin querer, nuevamente iría a
interrumpirlo, pero ¿Qué más podía hacer?
-
Llévame-
Esta vez ella no pareció dudar o quizás pensó que era en vano llevarme la
contra por ahora. A pesar de lo pequeña y frágil que se veía corría muy rápido,
llegamos en un instante a un edificio que se fusionaba con la naturaleza, pero
no me detuve a ver lo extraño que era, entré de una vez.
Nuevamente
me perdí de la luz a la oscuridad y… música. Penetraba por los poros de forma
embriagante. Música de inducción, debía resistirme, pero a cada paso mis
sentidos se llenaban de una extraordinaria sensación de percibir una criatura
negra y elegante rozando aromáticos árboles que lo instaban a pronto a desplegar sus alas, instarlo a
volar. El sonido provenía de un solo de violín exquisito, pero su efecto no era
tan fuerte como el de la música de Erick, aún podía percibir mi alrededor
mientras mi cuerpo a trompicones se esforzaba por seguir avanzando. Al parecer
estaba por terminar la pieza, habían pequeños rumores, diálogos al pasar.
-
Dicen que
realmente hay alguien con nivel de maestría en inducción aqui, llegó de una
misión hace poco-
-
¿Crees que
toqué ahora?-
-
Quizás,
quizás hasta podríamos pedirlo, ¿has escuchado la petición de los
instrumentos?-
-
Creo, si,
¿Quién no?, pero nunca he estado en una, ¿crees que se nos unan?-
-
Yo escuché
que varios querían intentarlo, ¿y si toca?, había escuchado que solo tocan para
misiones, pero en raras ocasiones lo
hacen en conciertos, ¿Qué se sentirá?-
Los diálogos
seguían parecidos mientras avanzaba, nisiquiera estaba segura si Meiko me
seguía, una vez que llegamos al edificio la había adelantado para entrar
primero y suponía que Erick debía estar cerca del escenario, de donde provenía
el sonido del violín que ya había parado, pero lo extraño, es que con eso casi de
inmediato sentí una sensación de nerviosismo mayor en la sala. Poco a poco
empecé a escuchar como brotaban el sonido de distintos instrumentos desde
diferentes lugares, al principio tímidos, luego con ritmos simples que se
sincronizaban como un bombeo de muchos instrumentos alentando algo.
¿Pero como
realmente no lograban percibir nada de lo que sucedía afuera?. Entonces los
instrumentos pararon, logré escuchar unos pasos, estaba delante del escenario y
Erick avanzaba, no, no debía comenzar a tocar.
Pero eso era lo que estaban haciendo los instrumentos, suplicando para
que se manifestara su música.
Fue entonces
cuando comenzó la tonada de penetrantes notas...
De repente
todo parecía cubierto por una espesa niebla, el suelo se había vuelto blando y frío,
los pies se hundían en él. Pisaba nieve, sentía
el dolor de rasmilladuras por dentro de los espesos guantes, y el vaho
de mi aliento se fusionaba con el espeso vaho del mismo bosque que me rodeaba. Dar cada paso por el inclinado suelo hacia
arriba parecía ser un desgarrador esfuerzo, pero aún así seguía. Un rastrojo de
mi consciencia sabía que era una Inducción Inconsciente y me resistía, sentía
aún la adrenalina del estado de alerta, pero
también estaba completamente allí.
Y cuando creía que mis rodillas no resistirían más, se doblaban
inevitablemente en aquella nieve, donde hincaba una al suelo para lograr
sostenerme y miré hacia el horizonte para observar como asombrosamente la
niebla se partía fusionándose con las nubes que avanzaba en un suelo etéreo por
los cielos, un cielo a la altura de mis propios pies. Estaba en la cima. El paisaje era
sobrecogedor, mi propio aliento era uno con las nubes que lograba tocar al
alzar las manos, filamentos caprichosos en movimiento y abajo se lograba ver
algo, algo que hacía estremecer de tal forma mi corazón, pero la emoción era
tan tajante y aguda como el azote que empujaba a volver a la habitación oscura
donde la ultima intensa nota aún creaba un eco estremecedor en el aire. La interpretación había terminado, tan
vivida, que tiritaba de frío aún y trataba inútilmente de volver aquel
horizonte que apenas había rozado la sensación de ver, algo más encerraban esas
imágenes. Entonces recordé de golpe que
debía hablarle a Erick. Avancé al escenario, un pequeño círculo apenas unos
centímetros más alto del suelo. Me dio la impresión que Erick me miraba sin
estar sorprendido por mi presencia, pero al ver que alzaba mi mano para tocarlo
intentó retroceder, luego se quedo tan quieto como un instrumento que ocultaba entre
su larga capa.
-
¡Debemos
evacuar a todos aquí, hay algo, algo realmente peligroso fuera del bosque…
debemos ayudar!…- Las palabras se agolpaban, pero no alcancé a decir más, el
dolor en mi cara y la fuerza del impacto me hizo retroceder. Aunque alguien había impedido que cayera.
Una chica
rubia de cabellos cortos me había golpeado, parecía estar fuera de sí.
-
¡¿Te atreves
a tocar a… a…?! Y además tocar el círculo de inspiración, no tienes derecho,
¿Quién te dejó entrar?, ¿Qué pretendes diciendo todas esas idioteces?-
Fue entonces
que sentí que quien me había sostenido me ayudaba a incorporarme. Me giré para
mirar a la chica de largos cabellos negros y ojos violetas, aún me sostenía con
una de sus manos en mi hombro y miraba fieramente a quien hablaba...
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